08 diciembre 2008

La bici no es el enemigo

Parte I y parte II
Jorge Valdivia, Público, 9-11 y 7-12 de 2008

Da gusto ver que cada día más gente compra una bicicleta o desempolva la que tenía guardada y la usa para movilizarse en la ciudad. Ya es normal ver desplazarse a todas horas por Guadalajara a gente mayor, madres, niños y jóvenes de ambos sexos, que van a sus trabajos, escuelas, por un encargo o simplemente pasean por diversión. Incluso ya hay hasta siete distintos paseos durante la semana —sin incluir la Vía RecreActiva de los domingos— organizados por los impulsores de este medio alternativo de transporte, que han logrado reunir hasta cuatro mil personas en un solo trayecto (ésta es la cifra dada por la Unidad Estatal de Protección Civil respecto al Paseo de Todos realizado el pasado jueves por la noche).

Es evidente que hay interés de los tapatíos por utilizar medios alternativos de transporte y, por las características de la zona metropolitana de Guadalajara, la bicicleta es una buena opción. Pero la autoridad no está haciendo su tarea para aprovechar esta ventana de oportunidad que, sin mucho esfuerzo e inversión, le ayudaría a descongestionar de automotores las calles citadinas. De hecho, hay hasta molestia en algunas dependencias por el explosivo crecimiento experimentado por los paseos nocturnos. Ahí están las declaraciones de Felipe Prado Trejo, director general de la Policía Vial, quien en una nota aparecida el pasado viernes en Mural criticó el “desorden” en que se desarrollan algunos de ellos.

No discuto que algunos de los señalamientos que hace el funcionario de la Secretaría de Vialidad y Transporte sean ciertos, como que la mayoría de los ciclistas aún no usan casco u otros aditamentos de seguridad que en un accidente pueden salvarles la vida, además de que muchas veces no respetan los señalamientos de tránsito. Sin embargo, en vez de fustigarlos, la SVT y otras dependencias deberían de trabajar con los organizadores para hacer de estos actos masivos algo más seguro, pues no se ve que vayan a parar.

Igual deben hacer el resto de las autoridades para aprovechar el entusiasmo ciclista y hacer que este tipo de movilidad se realice masivamente de forma diurna. Habemos muchos dispuestos a dejar el coche en casa, pero necesitamos condiciones que faciliten y hagan seguro de usar éste u otro medio alternativo de transporte en Guadalajara.

Una bicicleta para adulto mide, centímetros más centímetros menos, 1.5 metros de largo por 0.65 de ancho y puede transportar a una persona, aunque a veces van hasta dos. Un automóvil sedan “compacto” tiene unos 4.5 metros de largo por 1.8 de ancho y aunque está diseñado para llevar cinco individuos, no suelen ir más de uno o dos. Un autobús urbano tiene de diez a doce metros de largo por 2.6 de ancho y cuenta con lugar para alrededor de 40 pasajeros, pero es común que lleve muchos más.

Por sus dimensiones, caben unas seis bicicletas en el espacio que utiliza un automóvil y algo apretaditas pueden ser hasta nueve. Mientras que bastan dos coches para apropiarse de la superficie por la que puede transitar un camión con diez veces más pasajeros.

En Guadalajara, por lo general las calles son estrechas y ya no caben los coches, incluso en las arterias anchas, como se evidencia en estos días en avenida Patria a raíz de la puesta en operación de Plaza Andares.

Si nos atenemos a lo que implican sus dimensiones, capacidades y bondades, se tiene que una solución práctica y rápida para el caos vial que se vive en la ciudad es apostar por una política de movilidad alternativa, que impulse el uso seguro de la bicicleta y del transporte colectivo.

En el discurso, las autoridades estatales y municipales dicen que ya no quieren seguir consintiendo a los automovilistas, pero en la práctica se ve otra cosa. Como ejemplo está que en 2009 se prevé destinar 1,900 millones de pesos en obras de infraestructura vial para los coches, sólo en lo que se refiere al Periférico, avenida Patria y Lázaro Cárdenas. En contraparte, ni siquiera una décima parte de ese dinero está contemplada para invertir en ciclovías y las pocas acciones en este sentido, como la ciclorruta por Federalismo, donde el ayuntamiento tapatío invierte 24.7 millones de pesos en un trayecto de 4.3 kilómetros, avanzan a paso de tortuga.

Según el Instituto de Políticas del Transporte y Desarrollo, en la ciudad hay 523 km de calles susceptibles de convertirse en una red para desplazarse en bicicicleta. Esta es una solución viable para el caos vial que vivimos, pero se necesita “voluntad política” para cristalizarla, como bien lo dijo Javier Treviño Theesz, subdirector del ITDP, que estimó que con ella en cinco años podría estar lista. ¿La tendrán nuestras autoridades?